La amistad… la amistad… ¿quién pudiera retenerla?,
la hay en medio de la guerra, en la escuela, o por un gol,
la hay consecuencia de amor, de peleas, de fracasos,
de alegrías, o de ocasos, también de algún desamor….
¡Sin embargo es tan frágil!…, que ante el mínimo motivo,
se pierde sin un sentido, todo aquello que la unió,
se agrandan las distancias, la apatía pasa lista,
que vuela cual trapecista para escapar al dolor.
Pero también el recelo… le pone silencio al tiempo,
de lo que corría dentro y ya nunca más ¡se habló!
sonó como hierro viejo, rompiéndose en mil pedazos,
y allí donde hubo abrazos, comenzó el desamor.
Que la tornó fría, distante, la dejó sin auspiciantes
para reparar tan solo… aquello que ¡fue un error!
Quedando así archivados, en un cajón enclaustrados,
años, vida compartida, risas, miles de alegrías,
horas hechas compañías, cariño y comprensión,
todo sujetado a egos… que ungieron ¡la desunión!.
Transcurrieron muchos años… y lo que se creía muerto,
una noche de jolgorio y diversión, ¡despertó!
se depusieron los egos, la arrogancia quedo a un lado,
fue el orgullo sepultado con sonrisas… ¡y murió!.
Y volvió a ser como antes, sin reproches, sin recelos,
la empatía entró en el ruedo y las heridas limpió,
cicatrizó las ofensas, subsanando la existencia,
pues siempre un buen amigo ¡puede equivocarse…o no!
Pero queda la condena que a muchos aún apena,
son muy escuetas las veces… que el cajón ¡se puede abrir!,
volviendo lo ya vivido a recobrar su sentido…
pudiendo la amistad, retornar con más ¡valor!
08/02/2017
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