Heridas. (N° 493)

Heridas tengo aún abiertas que su veneno inoculan,
llevo años intentando mitigarlas con cordura,
pero intrépidas despuntan y su ponzoña, supuran,
me hacen saber, insistentes, que en mi interior continúan.
Y cuando afloran son brasas que incineran la llanura,
quemando todo a su paso traen muerte en la premura,
si hasta aquellos verdes brotes que extinguieron amarguras,
se calcinan con la ira que revive y aún perdura.
Y todo se vuelve gris y renace la locura,
venganza pide la carne y la mente la estimula,
impotencia de esa bronca que añejada con el tiempo,
cuál corteza se desprende entre sollozos y lamentos.
Tengo heridas aún abiertas, que al pasado retrotraen,
reyertas aquerenciadas que arraigaron tempestades,
cuando aparece la tregua se apaciguan dichos males,
pero con el tiempo vuelven, bravías, temperamentales.
Tengo heridas que por cierto ¡quisiera ya sepultarlas!
pero allí donde se esconden, mutando van en la calma,
les basta una tenue chispa para bullir desbocadas,
cual ave fénix resurgen, causando dolor al alma.
                                                                                      25/06/2020
http://www.sercan455.wordpress.com
Las ofensas, las injurias, el maltrato, la falta de empatía y compresión, el abuso, el engaño. Todo va causando en nuestro interior heridas. Algunas más leves que otras, Algunas tan profundas, que permanecen abiertas aún sin quererlo hasta el fin de nuestros días. Son esas mismas, las que cuando menos lo esperamos vuelven a aparecer. A esparcir su ponzoña. A envenenarnos de nuevo. A sacar lo peor de nosotros.