Me siento ese campo arado
esperando ser sembrado,
una llave sin candado,
un traje sin estrenar.
Soy la mitad que me falta,
la sombra que no me sigue,
balde que cayó al aljibe
y ya nunca se ha de usar.
Barco que tragó la mar,
avión que no verá cielos,
soy tentación de desvelos
de incendios sin apagar.
Herida que no se cierra,
sol que no besa la tierra,
el que tropezó en la piedra
aunque ya no estaba más.
Soy cerro sin escalar,
laberinto sin salida,
playa que quedó dormida
sin sombrillas que abrazar.
Luna que no ha de brillar,
tambor que ya no resuena,
soy migajas que en la arena
las aves las han de obviar.
Caminos sin transitar,
candil que no encandila,
rio que no peregrina
porque le falta caudal.
Un Romeo sin Julieta,
estrella que no ilumina,
soy un rosal sin espinas
por no verte nunca más.
Bandera que no flamea,
andamio que no se eleva,
eterna se hace mí espera
de volverte a reencontrar.
12/11/2021
Cuando la soledad nos envuelve ante la pérdida del / l@ compañer@ de vida. Nos sentimos inservibles, inútiles, nos llegamos a cuestionar para qué vivir, nos transformamos en muertos vivientes.
Lo creo. La sola idea de esa soledad me hace temblar…
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Y es probable que la realidad sea aun mas dura Isai. Gracias por comentar. Abrazos
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Hoy leo una frase que siempre me digo a mi misma,.(Soy la mitad que me falta)
No siempre es mala la soledad, tambien en ocasiones es buena compañera.
Feliz noche Sercan! ….
Un abrazo grande,-Marina
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Así es Marina, en la soledad se crece internamente. Buena semana. Abrazos
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